Mis alumnos son como cohetes espaciales de combustible inagotable que aprenden a una velocidad de vértigo y que con su imaginación y creatividad llegan a destinos inalcanzables, pero para su despegue es necesario que alguien encienda le mecha de su interés y curiosidad y que les guíe por el camino del éxito en la aventura de aprender. Esas personas no son otras que sus maestros, quienes como brújulas y soportes acompañantes deben apuntar la dirección de sus cohetes lo más lejano posible, apostando por su talento, sembrando las bases para que puedan enfrentarse a diferentes situaciones mostrando su mejor versión. Para lo que será necesario que su guía también ponga todo su empeño en entrenarlos en el pensamiento positivo, poniendo el foco en las oportunidades y contribuyendo al desarrollo integral de todas sus capacidades.
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